Dentro de los principales tipos de autónomo, el societario es uno de los más importantes, por lo que debemos conocer las características, particularidades y diferencias autónomo societario con el convencional.
Para tu caso particular y tus planes de futuro, te recomendamos contactar con un asesor personalizado que te informe sobre tu situación y te aconseje las mejores opciones.
¿Qué es un autónomo societario y qué condiciones debe reunir?
Un autónomo societario es un trabajador por cuenta propia que ha constituido una empresa en cualquiera de sus formas jurídicas.
Aquellos autónomos que constituyan una sociedad mercantil pasarán a considerarse societarios, manteniendo su condición fiscal como autónomos, pero sufriendo algunos cambios que mencionaremos más adelante.
Cuando se constituye una sociedad, los trabajadores por cuenta propia tendrán que darse de alta como autónomos societarios cuando cumplan alguna de las siguientes condiciones:
- Poseer, al menos, el 33 % del capital de la empresa, y trabajar en ella.
- Pese a no tener participaciones, convivir con un socio que tenga, como mínimo el 50 % del capital societario.
- Poseer, al menos, el 25 % del capital de la sociedad mercantil, y ejecutar labores de administración, gerencia o dirección.
Principales diferencias entre un autónomo y un autónomo societario
- En cuanto a las obligaciones contables, mercantiles y fiscales, las de un autónomo común son mucho más sencillas que las de una sociedad.
- La tributación de un autónomo se realiza por el IRPF, un impuesto progresivo, mientras que las sociedades pagan un porcentaje fijo guiado por el Impuesto sobre Sociedades. En este sentido, aquellos trabajadores por cuenta propia que tengan un gran volumen de ingresos pagarán menos si constituyen una sociedad, ya que los tramos altos del IRPF tienen porcentajes mucho mayores.
- Los autónomos societarios no tienen derecho a las bonificaciones de la Seguridad Social, es decir, no se podrán beneficiar de interesantes ayudas como la tarifa plana.
- La constitución de una sociedad implica un proceso bastante más largo y costoso, ya que requiere hacer papeleo, acudir al Registro Mercantil o escoger una denominación social, entre otros trámites.
- La responsabilidad de un autónomo se extiende hasta sus bienes privados, mientras que la de una sociedad se limita a su capital, siendo esta una interesante ventaja para los autónomos societarios.
Dentro de estas diferencias, podemos destacar una principal: el pago de las cuotas mensuales de ambos tipos. Al no tener derecho a la tarifa plana, el autónomo societario paga una cuota mensual de 364,22 euros, que asciende a un total de 4370 euros anuales, mientras que un autónomo común con tarifa plana paga solo 60 euros al mes. Esto termina con una diferencia de 3650 euros anuales entre ambos tipos, debido a la naturaleza de la tarifa plana (enfocada a ayudar a jóvenes y emprendedores, no a sociedades).
Autónomo societario: ¿nómina o facturación?
Desde la reforma de la ley del IRPF del año 2005, los autónomos deben emitir facturas en los casos donde realicen trabajos independientes y se vean obligados a facturar con IVA. Un trabajo independiente tiene las siguientes características:
- Soporta el riesgo económico de la actividad.
- Posee responsabilidad contractual con el/los clientes.
- Se utilizan medios propios para llevar a cabo la actividad en cuestión.
- El trabajo no se integra en la estructura organizativa de la empresa de manera común.
Por tanto, si un autónomo societario no realiza trabajos independientes, cobrará la nómina de la empresa y no se verá obligado a emitir facturas, pero tendrá que mantenerse dado de alta en el RETA, en la Seguridad Social y seguirá pagando sus cuotas con normalidad.
Ahora que conocemos las diferencias principales entre ambos tipos de autónomo y sabemos cuáles son los requisitos para convertirte en societario, solo hay que analizar tu situación y asesorarte sobre tu negocio y tus obligaciones.
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